I

Y no me da vergüenza de pensarte todos los días

de llorarte todas las noches y de mentirme para reconfortarme.

Que no, que no me da vergüenza de abrir mi pecho y mostrarte mi alma

y con ello mis delirios y deseos, mis pesadillas y fobias,

mis prejuicios y complejos.

Ve y grítale al mundo mis manías, imprudencias y vaguedades,

que ni orgullo y dignidad me quedan para dar la imagen, y que no me da vergüenza que pienses

que un tonto es lo que soy, búrlate de mi lucha en vano

entre alpiste y embustes.

No me importa arrastrar mis entrañas y mostrar mi corazón,

que todo el mundo se entere, de cómo me tienes, de cómo te ruego, de cómo te amo.

Vergüenza seria de aquel que no ama con toda la célula de su cuerpo,

del que no confía, no se muestra, no se ama,

no se deja amar.

-Un disparate.