Escriben textos en mi espalda con la punta de un alfiler, me pregunto si mis lágrimas son invisibles ante su mirar. Soy lo que quieren que sea. Me convierto en una señal de humo cuando mis palabras generan cualquier sentido que ellos inhalen desde su cigarro hasta mi. Entonces seré lo que se esconde detrás de sus oídos acompañado de una exclamación.
La apuesta, por supuesto, llevará mi nombre, como debe ser.
El juego. El moldeable. El equivocado. Dirán que ese siempre seré yo.
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