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Category: Books and Stories

Apolo y Jacinto

Había una vez un dios radiante y apuesto llamado Apolo, cuya gracia y belleza eran excepcionales. Apolo se encontraba caminando por los verdes prados del monte Olimpo cuando, de repente, divisó a un joven extraordinariamente hermoso llamado Jacinto.


Jacinto era tan bello que parecía haber sido esculpido por los mismos dioses. Su cabello dorado brillaba con el reflejo del sol y sus ojos eran como dos estrellas que iluminaban el cielo. Apolo quedó cautivado por su encanto, sintiendo en su corazón una llama ardiente.


El dios del viento, llamado Céfiro, también se encontraba fascinado por la belleza de Jacinto. Inquieto y celoso, decidió rivalizar con Apolo por el amor del joven. Céfiro sopló sus cálidos vientos tratando de capturar la atención de Jacinto, pero el joven solo tenía ojos para Apolo.


Ambos dioses competían por demostrar su amor hacia Jacinto, ofreciéndole regalos y manifestándoles los más bellos cumplidos. Sin embargo, Jacinto solo tenía espacio en su corazón para uno de ellos. Apolo, con su música celestial y su destreza en los deportes, parecía tener ventaja.


Un día, mientras Apolo enseñaba a Jacinto a lanzar el disco, Céfiro, lleno de rabia y envidia, decidió intervenir. Sopló tan fuerte que desvió el disco lanzado por Apolo hacia Jacinto, golpeándolo en la cabeza y causándole un dolor inmenso.


Jacinto cayó al suelo gravemente herido, mientras Apolo se aferraba a su cuerpo, desesperado por salvarlo. Los dioses y las ninfas del monte Olimpo, al ver la tragedia, lloraron lágrimas de cristal que cubrieron el cuerpo inerte de Jacinto.


Apolo, lleno de dolor y culpa, transformó las lágrimas en flores llamadas jacintos, cuyos pétalos azules reflejaban el cielo y cuyo aroma dulce perduraría para siempre. Desde ese día, Apolo decidió honrar a Jacinto cada primavera, bailando y cantando en sus jardines, recordando su amor perdido.


Y así, la trágica historia de Apolo, Jacinto y Céfiro perdura como un recordatorio del poder del amor, la belleza efímera y la fuerza de los dioses.



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