La chica en la ciudad sin nombre
Caída del cielo, vestida de ángel, ella caminaba por una solitaria ciudad. Su mirada de tristeza y sus heridas eran lo único que la mantenía en pie, el dolor aquejaba su piel y su alma cuando recordaba que había perdió todo en solo una noche. Caminando sin rumbo terminó entrando a la que sería su perdición, era demasiado tarde para dar marcha atrás, cuando lo intentó, terminó encontrándose con brillantes ojos rojos en la oscuridad. Su instinto de supervivencia hizo que comenzará a correr. Ella corrió y corrió, adentrándose a las profundidades del bosque. Se tropezó, se golpeó y sufrió más heridas que hacían que la sangre fresca cayera dejando rastros en las hojas secas. Bestias inhumanas con un deseo intenso de sangre siguieron el rastro, dispuesto a beber hasta la última gota de esa magnífica presa.
Ella seguía corriendo, en un camino lleno de ramas despiadadas que terminaron haciéndole cortes en el rostro, y terminaron rasgando parte de su vestido. La luz de la luna fue lo único que la salvó de esa interminable oscuridad, se refugió en aquella única luz de esperanza, y solamente buscaba la forma de escapar. El miedo la consumía y con ese sentimiento tan presente se le hacía imposible hacer algo para defenderse. Un fuerte empujón bastó para derribarla y hacer que se golpeara la cabeza con una piedra, no se desmayó, pero, la sangre comenzó a brotar, fue un golpe bastante fuerte y eso le hizo una herida profunda. El olor a sangre invadió las fosas nasales de aquellos seres, lo único que quedaba de ellos era el deseo incontrolable de beber sangre, eran cuerpos humanos que perdieron la batalla al intentar controlar su desafortunado destino.
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