siento una nebulosa negra donde debería yacer mi corazón, un vacío lleno de dolor, siento todo y a la vez nada, una herida víctima de una mala costura que no para de sangrar, un vidrio roto donde debería estar exhibida una preciosa joya resplandeciendo en su majestuosidad, en su significado divino, adorada como si de un santo se tratara, ¿qué pasó con ella? debí haberla cuidado mejor. bajé la guardia. no supe hasta ahora que protegerla era mi único trabajo.
en consecuencia, soy dueña de un dolor de cabeza que calma al visualizarme hundiendo mis garras en mis globos oculares, arrancándolos desde la raíz nerviosa y estrujándolos como si de bolas antiestrés se tratara, con la fuerza suficiente para que exploten y se conviertan en agua.
en esta guerra de quién debe sentir más, ¿qué hay que temer? en esta oscura noche oyendo a los vehículos pasar, rugiendo por la furia de tener que desvelarse otra luna. y vi tu victoria asomarse por mi ventana, en este apocalipsis pseudo maniático con mis cortinas abiertas pidiéndole al rosario hoy por fin ver el sol, la única estrella que no existe en tus madrugadas. un tedioso cielo nocturno sin final.
los relojes se averiaron y nunca creí aborrecer a mi patrona la noche, pero desde que te conocí, solo imploro poder cambiar de panorama.
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