En el castillo lo único que quedaban eran recuerdos de lo que alguna vez fue el imperio más poderoso. Los cuadros de los personajes más importantes en su historia se llenaron de nada más que polvo y olvido. Mientras los sirvientes bajaban los cuadros del antiguo rey para ponerlos en el sótano, otros luchaban con el miedo constante a la sucesora del rey, la que, a pesar de no estar presente desde hace mucho tiempo, sus cuadros seguían manteniendo esa inquietante presencia que los hacía sentirse observados.
Este pequeño fragmento es una de mis mejores obras en mi opinión, una a la que puedo decir que le deposite toda mi alma al momento de escribirla y desarrollarla.
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