Y mientras recorría su mano por cada barandilla que se le cruzaba, sonreía mientras observaba todo, como lo haría un niño tan pequeño, observaba detalles insignificantes pero su atención pasaba de una cosa a otra, no observaba realmente algo concreto. Su madre le tomaba la mano mientras caminaba con apuro, como cualquier adulto en calles repletas de personas, ella debía llegar a su trabajo a tiempo, parecía agobiada, había perdido esa energía juvenil y su hijo fácilmente podría compararla con un zombie.
"Mamá ¿eres un zombie?" La madre se reía de la pregunta, inocente, infantil y estúpida pregunta. Solo le ignoro y apretó más fuertemente la mano.
El pequeño no entendía ese comportamiento, y tampoco le daba mucha importancia, así que sólo siguió, contaba del 1 al 10 en su cabeza y volvía a empezar. Mientras su madre iba apurada, el pequeño se soltó de la mano siendo instantáneamente observado con reproche por la mamá.
"Puedes dejar de hacer niñeces y hacerme perder el tiempo, ven inmediatamente ".
El niño sonrió con lastima, alzó sus dos manitos con mirada atenta de su madre.
"¿Qué es eso?" Pregunto la madre impaciente mientras veía la hora en su celular.
"Se marchito mami, está marchita, como ustedes..." dijo mirando a su alrededor, donde pasaban muchos adultos, llenos de cansancio, que iban apresurados o arrastrando los pies, estaba lleno de adultos que de alguna manera habían perdido algo importante. A ellos mismos.
La madre no tuvo tiempo de querer entender lo que en el fondo ya sabía, así que agarró la flor y la arrojó mientras tomaba la mano de su hijo con molestia.
Un pequeño niño, en un mundo muy grande, adulto y apagado.
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