Si bien, mi cuerpo parecía conocer el lugar donde me encontraba, mi mente no podía ubicar nada de aquel espacio, era de noche y el frío rozaba mi piel, un frío que creí había olvidado.
Alguien sujetó mi mano y me llevó por un pasillo bastante oscuro, no podía ver quien era, pero no había razones para desconfiar de aquella presencia, parecía un niño inquieto queriendo mostrarle algo a sus padres. Llegamos hasta una puerta iluminada por un único foco, de luz blanca, que mantenía el ambiente aún más frío de lo que ya era.
-Tienes que entrar- Me dijo la figura sombría mientras me jalaba un poco para colocarme frente a él, la voz era de un joven, no tan grave pero definitivamente no era de un infante. Sin hacer preguntas, tomé la manija de la puerta y la bajé, la puerta de metal hizo un rechinido mientras dejaba ver varios escalones que seguían bajando, un foco iluminaba el final de estas y decidí empezar a bajar, cuando quise darme la vuelta para ver donde se encontraba aquella extraña criatura, solo me encontré con el pasillo vacío, se había desvanecido. Seguí por aquel lugar, caminando hacia adelante.
Alrededor de estos pasillos podía encontrar diversas puertas, no sabía si debía entrar, pero no me parecía la mejor idea, algo me impedía abrirlas, una sensación de temor.
Llegué al otro extremo de aquella habitación llena de puertas y finalmente sentí que debía atravesar la puerta del fondo, y eso hice. Una ráfaga de viento me heló la sangre, pero parecía no haber marcha atrás, al ingresar me encontré con algo similar a una sala de espera, vieja y con un olor muy peculiar, la misma iluminación azulosa llenaba el lugar y una mano se asomaba por la ventanilla de la recepción. Me acerque y me disponía a preguntar que debía hacer, pero la mano solo retrocedió y me entregó un papel con un número.
-Espera a que te llamen- dijo la voz, no pude reconocer su edad ni su género, era algo similar a una grabación de baja calidad de las cuales solo podías reconocer las palabras.
Hice caso a su instrucción y me senté a esperar, el lugar podía parecer que llevaba décadas abandonado, no parecía ser utilizado por nadie, sin embargo, tenía que esperar un maldito turno.
La puerta del fondo se abrió y dijeron mi número, me levanté y caminé hacia aquel lugar oscuro, al entrar, un hombre con sombrero me recibió y prendió la luz de la habitación. Dentro de esta pude apreciar libreros con objetos en sus repisas, objetos demasiado variados que parecían no tener ninguna conexión entre sí, el hombre se dio cuenta de mi confusión y decidió explicar que estaba pasando.
-Estos objetos son los intermediarios de algún trueque, tu pides algo y a cambio ofreces otro algo, cada uno cuenta con las instrucciones y términos de estos trueques, puedes elegir el que gustes y cuantos gustes.
Me intrigaba bastante el hecho de que fueran intercambios ilimitados, no sonaba a un trato justo y yo no había pagado con nada antes de entrar aquí, al menos no que yo supiera, aun así, decidí observar los distintos objetos que se encontraban ahí, nada llamaba mi atención realmente, un montón de chatarra en los primeros anaqueles, sin embargo, una pluma parecía llamarme, la sujeté y en la etiqueta se podía leer "un objeto por otro objeto". Si bien no tenía claro cómo activaría el intercambio, pensé en lo que deseaba, un muñeco que desde hace tiempo quería a cambio del calzado que traía puestos, cuando menos me di cuenta, el muñeco se encontraba entra mis manos y yo ya no tenía zapatos.
-Ah, así que ya entendiste cómo funciona esto - dijo el hombre de la entrada con un tono de curiosidad en su voz.
Decidí seguir avanzando y mirando lo que encontraba, intercambié un par de objetos más por objetos igual de banales, como mis calcetines o mi abrigo, hasta que llegué a un anaquel con una esfera de cristal, no pude evitar sujetarla y el hombre que venía siguiéndome desde el inicio me advirtió de algo.
-Todo esto es maravilloso sin duda, pero ten cuidado, quizás no quieras dar todo por un simple deseo- señaló a la etiqueta y esta parecía contener una rima o acertijo "El pasado es inamovible hasta que ya no lo es, lo que deseas puedes cambiar, por un precio muy alto a pagar", tras leer esto, en mi mente solo pudo aparecer la idea de intercambiar mi alma por aquello que la esfera ofrecía. Sin duda era una idea tentadora, mejorar todo lo que había salido mal, todo lo que por alguna estupidez creí que sería una buena idea... Pero algo me detuvo, algo me hizo dudar, toda la gente que he conocido y amado podría desaparecer o nunca llegar, podría simplemente quedarme solo en lo que, según yo, sería el "éxito". Simplemente no pude hacerlo, dejé aquel objeto en donde estaba y el hombre sonrió, solo podía ver la sonrisa en su rostro oculto bajo la sombra.
-Respuesta correcta…- y todo fue oscuridad.
Abrí los ojos y estaba donde siempre en el mismo lugar, con la misma conciencia y los mismos recuerdos. No había sido nada más que un sueño
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