Hoy ha sido un anhelo implacable por algo que no puedo expresar con
palabras. Es como un ansia de llamas, un deseo de una hermosa caída,
incluso antes del comienzo. En la soledad de mis pensamientos, pinté un
cuadro de un final donde las sonrisas me rodearían.
Cada día que
pasa y cada noche silenciosa, me encuentro lidiando con un dolor
persistente. Las noches pasan con el latido incesante de mi corazón, y
una triste luna creciente cuelga fuera de mi ventana. Anhelo una noche
tranquila, esperando que la vasta extensión de mi existencia pueda
acomodar de alguna manera la vida de tan pequeño tamaño que llevo.
Aferrándome desesperadamente a un globo a la deriva, me pregunto dónde
podrías estar en este mismo momento, dónde deambula tu alma y dónde se
desarrollan tus sueños.
¿A dónde conduce finalmente mi viaje?
Todo se siente agotador. ¿Cuándo me quitaré finalmente
esta miserable máscara?
Lo admito, no soy un héroe, ni un villano,
apenas soy alguien. La vida se siente como una repetición ociosa, los
recuerdos se vuelven viciosos. Confiaba en que era feliz, pero ahora es
solo un recuerdo que se desvanece. Persisten los recuerdos de
aferrarme al borde del amanecer y expresar mis pensamientos. La sociedad
parece favorecer las voces más fuertes, pero aquí estoy, eligiendo
hablar en silencio.
No me importa lo mucho que intenten arrojarme
al aire para volar; prefiero mantenerme con los pies en la tierra.
Entre las flores sin nombre. Simplemente camino, dirigiéndome hacia un
destino sin un propósito, sin siquiera darme cuenta de mi propia
tristeza.
La vida se detuvo, y me encuentro gloriosamente
descalza. Nada estaba destinado a ser mío. Mi viaje comenzó con la
escritura, mi única fuerza y el sueño que me ha protegido hasta ahora.
Desde la infancia hasta la eternidad, elijo permanecer en este terreno
árido. Espero volver a mi algún día.
Anhelo esparcirme por el
cielo, iluminándome, un espectáculo fugaz. Deja que las flores brillen
en el cielo, iluminando la oscuridad.
En este campo de flores
donde me encuentro, en esta tierra abierta donde me encuentro, sin
nombre que reclamar y sin vergüenza que soportar, estoy en mi tumba.
Cuando mis pies no tocan el suelo, cuando mi propio corazón me
subestima, cuando mis sueños me consumen, cuando sienta que no soy yo
misma, todos esos tiempos.
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