Carta de un caballero bajo asedio

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Llevamos 5 días acampando en la muralla.

El aire a  mi alrededor está impregnado de azufre y cenizas. Puedo oír el llanto
estridente de los cuerpos retorciéndose bajo la muralla, algunos no
murieron al instante. Y el aroma de los caídos siendo devorados por los
gusanos mientras nosotros nos balanceamos entre la vida y la muerte es
de todo menos agradable. Las estrellas pierden su brillo cada noche, y
el hambre abunda cada vez más entre mis hermanos.

Los  talentosos arqueros de nuestro reino son capaces de repeler cualquier
horda que se nos venga encima. Su puntería excepcional, acompañadas de
un ojo preciso de halcón, mantienen las esperanzas entre los pobres
reclutas como nosotros, algunos quienes apenas luchamos nuestro primer
conflicto serio. Pero cierto es que hasta los más grandes guerreros siguen siendo
humanos en el fondo, y el increíble talento de nuestros arqueros
necesita un descanso. Si esto continua así, caeremos pronto.

El capitán intenta mantener la moral exclamando a los cuatro vientos: 

—!EL ENEMIGO SE RETIRA, LA VICTORIA SERÁ NUESTRA PRONTO. MANTENEOS, MIS HOMBRES. LOS DIOSES NOS SONRÍEN ESTA VEZ!—

Admito que eso fue inspirador la primera vez que repelimos su avance. Cuando
sobrevivimos el primer asalto, las palabras del comandante dejaron un
profundo impacto en mí y mi hicieron mirar al cielo con esperanza para
un futuro mejor. Pero tras escuchar lo mismo cientos de veces a lo largo
de cinco días, con el cuerpo molido y desangrado de la batalla, hasta
las mayores palabras de aliento se vuelven tediosas, en el aire se pierden.

Estoy a punto de perder la cabeza. ¿Acaso el enemigo que nos rodea no
descansa? ¿No es humano siquiera? Temo por el futuro del reino, no, de
todo el mundo, si resultamos estar siendo invadidos por una fuerza que
sobrepasa toda comprensión humana. 

Ignoro qué tan  importante sea esta ciudad para ellos. Por años crecí en entre estos
muros, seguro por gruesos metros de piedra tallada. Y la vida aquí
siempre fue tranquila y humilde. Los mejores momentos que tuve los pasé
acá.

Pero ahora cada amanecer es acompañado de centenas
de tambores y trompetas de guerra una detrás de la otra anunciando el
nuevo asalto del invasor. Nos mantenemos alertas, listos en posición.
Formamos una fila de escudos para cubrir nuestras cabezas de la
siguiente lluvia de flechas y disparamos a todo aquel que atreva poner
un pie frente a las puertas del reino. Somos la vieja rama de la presa
que protege a todos de la imponente cascada, y no sé cuánta fuerza nos
queda ya.

La esperanza ha abandonado mi cuerpo a estas alturas. Daré todo por mi rey, menos la vida. 

Porque la perdí hace como 2 días ya.

Mi dulce amada, pase lo que pase, eres la única razón que tengo para
seguir peleando y volver a casa. En estas frías noches, no pido otra
cosa que no sea estar en tus brazos una vez más. Lamento no haberte
llenado más de atención y cariño antes de partir, es el único
arrepentimiento que cargo en mis hombros. Cuida a nuestro pequeño que
crece en tu vientre. Gane o pierda, él seguirá mi legado.

Para mí, ya es tarde. Le digo adiós al mundo.

Y espero saludar a los Dioses.

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